Torrejoncillo

Torrejoncillo

 

AYUNTAMIENTO DE TORREJONCILLO
Dirección: PLAZA MAYOR, 1
Código Postal: 10830
Teléfono: 927 30 30 02
Fax: 927 30 41 64
 
 

 

Torrejoncillo es un municipio español perteneciente a la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura, que se encuentra a 55,8 kilómetros de Cáceres, a 52,6 kilómetros de Plasencia y a 13,4 kilómetros de Coria.

Limita con los siguientes municipios:

  • NORTE: Coria, Morcillo y Guijo de Galisteo.
  • OESTE: Portaje.
  • ESTE: Riolobos y Holguera.
  • SUR: Portezuelo y Pedroso de Acím.

 

 

CÓMO LLEGAR

Su red de comunicaciones está constituida por la carretera EX-109 que, desde la carretera N-630, se dirige por Coria y Moraleja a Ciudad Rodrigo; la carretera EX-371, que comunica esta localidad y la anterior carretera con la autovía A-66 y la carretera nacional 630 por el Puerto de los Castaños; la carretera local, desde la que se accede a Valdencín y que por Holguera y Riolobos, vuelve a comunicar a Torrejoncillo con la autovía A-66 y la carretera N-630 en dirección a Plasencia. La estación de ferrocarril más próxima es Cañaveral, de la que dista unos 18 kilómetros, y a la que se accede por la EX-371.

 

HISTORIA

Podría hablarse de asentamientos humanos en el término de Torrejoncillo ya desde el siglo III a.d.C. gracias al descubrimiento en 1933, en la finca del Encinejo, de siete pequeñas figuras de bronce (cinco cabritillas, una cabeza de ese mismo animal y un jinete), exvotos vetones posiblemente dedicados a Ataecina, diosa de la noche cuyo culto, según parece, estaba muy extendido por esta zona.

Por estar estos asentamientos situados cerca de la Vía Dalmática, es lógico que también se hayan encontrado huellas romanas: monedas, columnas, capiteles, canterías labradas, ladrillos, tégulas y algún resto de mosaico.

Es bajo la dominación árabe cuando puede hablarse de verdaderos asentamientos en alquerías a base de chozas o bujíos de cabreros y vaqueros que terminaron agrupándose en el Val de la Jamarga en torno a un pequeño torreón, que daría nombre al pueblo, "torreoncillo". Así nos lo certifica en 1674, Fray Francisco de Torrejoncillo, autor del libro "Centinela contra judíos", muy apreciado y difundido en su época, estudiado por eminentes eruditos y de muy escaso prestigio y ridiculizado en nuestros días por su carácter de exacerbado antisemitismo.

Aún pueden contemplarse en la actualidad los restos de un torreón similar al lado de la antigua vía romana, ya que estas construcciones fueron muy utilizadas durante la Reconquista como defensa, refugio o vigilancia ante posibles ataques, avances o retrocesos, muy habituales en esta zona entre el Alagón y el Tajo, centro de flujo y reflujo en el proceso de recuperar terreno al enemigo.

Desde el nuevo emplazamiento, la Cruz de Lata, la población comenzó a extenderse hacia abajo de forma desproporcionada por tener que adaptarse a las necesidades ganaderas, originando un conjunto de calles estrechas y entrecruzadas propias de una estructura árabe que aún se conserva. Hasta 1227, fecha de la promulgación del Fuero de Coria y ya casi finalizado el proceso de repoblación, no puede hablarse de Torrejoncillo como lugar. Queda ligado a dos fuertes instituciones: la Diócesis y la Comunidad de la Villa y Tierra, ambas de Coria.

Tal como reflejan las Relaciones Topográficas de Felipe II, Torrejoncillo conoce en este siglo XVI un gran resurgimiento económico y demográfico. Ya tiene dos ermitas más, San Albín y San Pedro y se lanza al gran proyecto de construir, bajo la dirección de Pedro de Ibarra, una nueva iglesia parroquial sobre la ya existente al sur, construcción que no finalizaría hasta siglo y medio después. El aumento de la población fue aún mayor en el siglo XVII pese a las epidemias nacionales. Se llegó a los 3068 habitantes por el comienzo de la actividad textil que convirtió a esta localidad en el principal centro económico de la comarca superando ampliamente en población a la ciudad cabecera de la Comunidad.

La industria pañera dio prosperidad a este lugar durante siglo y medio. El sistema de fabricación estaba basado en pequeñas empresas familiares que complementaban su labor con la agricultura. 

Ni la guerra de Sucesión, en la que este pueblo intervino a favor de Felipe V aportando más hombres que ninguno de la comarca al llamado "tercio de la Jamarga", ni otras causas negativas como el llamado "gran invierno europeo", las plagas o las sequías impidieron el espectacular aumento y la preponderancia de Torrejoncillo durante el siglo XVIII. Por el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura (1791) sabemos que tenía "Casa-Ayuntamiento, Cárcel, Pósito y Alhóndiga, escuela conjunta, una más que regular iglesia, cinco ermitas, diez cofradías, once dehesas privadas y una boyal, tres molinos de aceite, buenas cosechas de trigo, centeno, garbanzos, aceite y vino "… y 4000 habitantes aproximadamente, 911 familias de las que ¡600! trabajaban en la manufactura de la lana.

En 1812 y gracias a la Constitución de Cádiz Torrejoncillo tuvo su primer alcalde constitucional, ya independiente del Concejo de Coria. Fue D. José Fernández Ballesteros a quien hoy recuerda una calle y quien inició un proceso de reconstrucción digno de encomio, tanto que ya en 1829, según constata el Conde de Canilleros, el pueblo había recuperado su anterior auge gracias a su conocida industria textil y a la incipiente del cuero. Todo ello dentro de un clima de intranquilidad social porque tampoco los carlistas se olvidaron de esta localidad e intentaron penetrar varias veces en ella consiguiéndolo una sola vez en la que dieron muerte a dos destacados liberales.

Por otra parte la industria pañera entró en una grave crisis que conduciría lentamente, pero de forma segura, a su desaparición. Fueron muchos los factores que contribuyeron a ello: la falta de innovación técnica, en contraste con los nuevos medios ya utilizados desde mucho tiempo atrás en otras zonas, la escasa inversión por parte de quienes podían realizarla, la falta de materia prima por carecer de ganado lanar fijo en el término por ser arrendados por los nuevos dueños los pastos a ganaderos trashumantes, la evidente carencia de vías de comunicación que facilitaran la salida del producto, los enfrentamientos entre los patronos, agrupados en El Centro Industrial, y los obreros, reunidos en las nuevas Sociedades nacidas a finales del XIX: La Protectora, de tejedores; la Neutral, de hiladores y cardadores; La Decisiva, de agricultores; El Trabajo, de albañiles; El Porvenir, de obreros del campo… Más adelante, ya bien iniciado el siglo XX, aparecerían La Productora, La Lealtad, La Unión, La Regional, Unión y Trabajo y otras.

Torrejoncillo había comenzado el siglo XX dentro de un clima cultural más que destacable en medio de estudiantinas y pasacalles que celebraban tanto la llegada de la luz a la localidad como la belleza de la mujer pringona, cantos que hoy seguimos entonando con nostalgia y orgullo. Fueron los años de destacadas personalidades en el mundo de la cultura como el médico Jenaro Ramos, poeta y autor de dramas y zarzuelas, el sacerdote Saturnino Serrano, eminente abogado, los músicos Rafael Gimeno y José Murguía, el sacerdote y escritor Santiago Gaspar y muchos entusiastas del mundo de las letras, las ciencias y las artes agrupados en torno al recién creado Círculo del Fomento.

A medida que avanzaba el nuevo siglo la tensión social iba también en aumento. Como tantos otros pueblos, Torrejoncillo no fue ajeno a las protestas populares, motines, conflictos, ocupaciones de tierras y huelgas, destacando entre estas últimas la protagonizada en Junio de 1915 por la Sociedad de Obreros del Campo "La Regional", motivada por no dar trabajo a braceros locales en paro y contratar a forasteros para las labores de siega.

Tras la guerra civil y los años posteriores de penuria y hambre, Torrejoncillo supo una vez más resurgir de la desgracia, ahora gracias a la industria del cuero, muy pujante desde el siglo anterior. Fueron numerosos los talleres de zapatería en la localidad y muchos los empleados en este oficio en los años 40 y 50. El calzado elaborado en esta localidad gozó de gran prestigio, y sus zapateros, como antes los pañeros, se extendieron por buena parte del país y se exhibieron en las mejores ferias. La historia se repitió y fueron también casi idénticas a las de los paños las causas del fin de la industria del calzado. Y de nuevo la emigración, ahora al País Vasco, Cataluña o a países centroeuropeos. Como consecuencia, los 5514 habitantes de 1950 fueron disminuyendo en rápida progresión hasta finalizar el milenio con solo 3557 almas, incluyendo la pedanía de Valdencín, poblado creado con aquellos esperanzadores planes de regadío y colonización.

 

LUGARES DE INTERÉS

El Torreón de la Dehesa se encuentra situado en terrenos de la Dehesa Boyal  y su estado de conservación es deplorable. Está construido en un sitio estratégico, ya que su principal función o utilidad era avisar a Coria de posibles movimientos de tropas en Portezuelo. Se supone, por el tipo de construcción, que se debió construir en época romana-medieval, por el tipo de material (granito) que se utilizó para la cimentación de la base del mismo. Antes de ser utilizado como torre de vigilancia, debió ser un castro de época pre-romana.

La Iglesia Parroquial de San Andrés data del siglo XVI iniciándose su construcción bajo la dirección de Pedro de Ibarra; se realizó en varias fases terminándose la última a mediados del siglo XIX. Consta de una planta basilical y una nave dividida en tres tramos. La fachada principal de la Iglesia carece de ornamentos, excepto una hornacina con la figura esculpida de San Andrés. A ambos lados de la fachada se hallan dos torres gemelas de estilo gótico severo, que tienen la utilidad de campanarios, aunque la torre de la derecha o torre del reloj. El interior de la Iglesia es muy amplio, contando pues, con una cabecera poligonal y una nave de tres tramos, además de dos capillas que se le añadieron posteriormente. El Retablo Mayor, de estilo barroco, es del siglo XVIII y en él, está tallado el Cristo del Consuelo. Bajo él se oculta una hornacina y unos frescos del siglo XVI, del pintor Juan de Rivera que representan a San Antonio Abad, San Francisco de Asís y los restos de lo que se supone sería una Anunciación. Al final de la Iglesia se encuentra el coro, siendo alto, elegante y muy amplio; construido en cantería de calidad, excepto parte de la bóveda que está construida con ladrillo enlucido.

La Ermita de San Sebastián es considerada como la edificación más antigua del pueblo, aunque solo conserva de su original, parte de los cimientos y la planta. Construcción de mampostería de pizarra enlucida y encalada, cuyo exterior ofrece la espadaña visible sobre la sacristía y el linternillo de la cúpula. El interior es amplio y distribuye su espacio en cuatro tramos de nave, crucero que no sobresale en planta y capilla mayor. La cubierta de la nave es a teja vana, de madera a dos aguas y va apoyada sobre tres arcos diafragma de medio punto. Dicha ermita es un ejemplo característico del barroco popular extremeño. En el interior se conservan algunos objetos artísticos de destacado valor. El retablo mayor es barroco y presenta banco, cuerpo y remate.

La Ermita de San Antonio es una edificación popular de medianas dimensiones; construida de mampostería con sillares graníticos en esquinas, contrafuertes, portada y pilares del interior. Lo más destacable de la parte exterior de la misma, es su portada, abierta en arco de medio punto, compuesta por dos semi- columnas toscanas que se alzan y rematan con un frontón triangular. El interior está formado por una capilla mayor, de forma casi cuadrada y de tres tramos de nave, separados por unos pilares adosados y con arcos de medio punto. La arquitectura llena de encanto popular se puede encuadrar dentro del barroco rural del siglo XVIII. El retablo es propio del estilo rococó, con abundancia de rocallas enmarcadas y varios detalles vegetales.

La Ermita de San Pedro se encuentra situada en un bello paraje de dehesas y encinas, en sus inmediaciones se encuentra el pantano de Santa María o presa de Portaje. La Ermita presenta forma de cruz latina, tiene a la entrada un atrio cubierto por un techo de madera a dos aguas, con huellas de grandes arcos de medio punto en los tres frentes. Es una construcción de mampostería de pizarra enlucida y encalada, utilizándose en las esquinas y la portada, sillería.

La Ermita de San Saturnino data del siglo XVIII, desde el siglo XIX está unida al Cementerio Municipal de posterior construcción. Los muros de esta construcción son de mampostería enlucida siendo las esquinas, las portadas, los pilares y los arcos del interior de cantería. Del exterior debemos destacar el volumen de la capilla mayor y decir que está más elevada que la nave. La puerta está formada por un arco de medio punto. En el interior se puede observar una sencilla planta de cajón, dividida en una capilla mayor cuadrada y tres tramos. El retablo mayor es pequeño y se apoya sobre un banco, donde destacan cuatro mensulones de hojarasca muy carnosa.  El Crucero. En los cuatro puntos cardinales, y marcando los antiguos límites del casco urbano y el comienzo de los viejos caminos, se conservan las de la calle de Coria, la de Plaza de la Encamisá, la de San Antonio y la de la Carrera, situadas al norte, sur, este y oeste respectivamente.  

FIESTAS

La Velá de San Sebastián, que se celebra el 19 de enero con la víspera de la festividad de San Sebastián, consiste en una gran hoguera que se enciende a la puerta de la ermita en honor al santo, y que arderá durante toda la noche.

En el mes de febrero se celebran los Carnavales que poseen gran raigambre en Torrejoncillo.

La Romería de San Pedro, que se celebra el segundo lunes de Pascua, tiene lugar en la Ermita de San Pedro. Al día siguiente se celebra la "Romería chica". En el mes de agosto se celebran.

las Fiestas de agosto que tienen un amplio programa festivo del que sobresalen los festejos taurinos al estilo tradicional que datan del siglo XIX, amén de otras actividades culturales.

La Feria del Caballo y de la Artesanía, que se celebra en el Recinto Ferial "La Dehesa".
La Encamisá (Fiesta de Interés Turístico Nacional), tiene lugar la noche del 7 de diciembre, víspera de La Inmaculada. Centenares de jinetes cubiertos con sábanas blancas, acuden a casa del mayordomo para recibir el farol que deben portar durante "La Encamisá".

 

DEMOGRAFÍA

Según el Instituto Nacional de Estadística, la localidad de Torrejoncillo a 1 de enero de 2020, cuenta con 2.910 habitantes. A continuación, se muestra la evolución de la población desde el año 1996:

1996 2000 2005 2010 2015 2020
3.671 3.557 3.373 3.307 3.184 2.910